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lunes, 3 de marzo de 2008

SHÔJO Razones Para Ver y Leer Una Novela Animada

El Shôjo es una categoría enmarcada por el romance y el sentimentalismo, características que permitieron la fácil aceptación del anime y el manga en mercados latinoamericanos y brindó personajes inolvidables. Pero la verdadera magia de éste género es que a pesar de desarrollarse en contextos ficticios sus historias siguen siendo creíbles.

Cuando un lector principiante de manga o un espectador irregular de animé empieza su largo camino por la senda de la afición, es capaz de consumir cualquier tipo de material. Desde la historia más bizarra con monstruos parlanchines, hasta las complejas tramas existenciales. Sin embargo con el pasar del tiempo los seguidores del comic y la animación japonesas suelen dividir su interés en dos grandes ramas llamadas Shôjo y Shonen.

En si, éstos términos sólo definen el tipo de público al que va dirigido un animé o manga. Shôjo para mujeres y Shonen para hombres. Sin embargo ésta no es una división tajante, sino más bien una interpretación simplista de todo lo que puede encerrar una historia. Para empezar es preciso establecer que el Shôjo y el Shonen no poseen lineamientos específicos para clasificar con certeza las series o comics japoneses y las tramas no son de interés exclusivo del género al que pertenecen (hombres o mujeres). Pero las dos ramas presentan características particulares, que hacen más fácil la selección de argumentos de acuerdo al gusto del espectador.

Aclarado éste asunto es momento de hablar del Shôjo y su aporte a la industria animanga. Como ya se ha dicho las historias enmarcadas dentro de ésta categoría van dirigidas a mujeres, aunque no exclusivamente, ya que también poseen contenido sexual (“Love Hina”, “Sakura Mail”, “Chobits” y “DearS”), o tratan directa o discretamente temas homosexuales (“Sailor Moon”, “Sakura Card Captors”, “Loveless” y “Zetsuai”). Sin embargo el Shôjo siempre habla de amor, romance y conflictos sentimentales, a veces sazonados con ingredientes empalagosos y cursis.

Éstos temas dulzones permitieron la infiltración del animé en Latinoamérica. En una cultura que nace, crece se reproduce y muere a la luz de las telenovelas, los espectadores jóvenes se vieron enganchados a los dibujitos novelescos por la similitud con las situaciones y la novedad de las tramas. Desde “Heidi” y “Candy”, hasta “Inuyasha” y “La Abeja Maya”, la perdurabilidad de sus protagonistas en la memoria del espectador, fue una recompensa extra para las ya bien aceptadas series animadas.

Por otro lado el Shôjo posee una línea argumental apoyada en conflictos racionales, sentimentales y creíbles. Muy distinto del Shonen donde las situaciones se resuelven en combates de larga duración y técnicas que dejan sin aliento al doblador (o traten de repetir “Amakakeru Ryo No Hirameki” 7 veces en un mismo episodio) Y es tal vez por esta característica que el Shôjo ha logrado conseguir más adeptos, sumado a la capacidad de identificación que brindan sus personajes. Pues a pesar de desenvolverse en contextos fantásticos sus problemas son reales por la carga afectiva.

Sin embargo en los últimos años se ha dado un fenómeno en la industria animanga y es la fusión de géneros, para crear argumentos atrayentes a públicos nuevos, o con toques inusuales para los conocedores. De la mano de esta maravillosa unión hemos visto el nacimiento de verdaderas joyas para la animación y el comic japonés como “Blood +”, “Chrono Cruzade”, “Saikano”, “X”, entre muchas otras, que han elevado los niveles de calidad para animadores, escritores y por supuesto espectadores.

Ésta alianza ha volcado los ojos de mercados extranjeros hacia las formas de argumentación y construcción de situaciones usadas en el anime y el manga. Prueba de ello es la adaptación cada día más común de series animadas a versiones reales en películas. Ayudando con ello a cambiar el concepto fatalista y satanizante que durante mucho tiempo acompañó a las producciones japonesas.

Si tendencias como éstas continúan no será lejano el día en que veremos todo el despliegue de efectos hollywoodenses a disposición de las películas de imagen real basadas en animé, pero por ahora basta con seguir una serie o manga Shôjo, Shonen o su fusión para apoyar ésta industria que tantas emociones nos brinda cada día.